jueves, 21 de febrero de 2008

Hay un collar. Hay una idea arremolinada sobre la cabeza de Luis.
Groksmosstor pumpea.
Will Smith arrecia la comilona.

Hay una noche, y una estrella maldita. Una llama lánguida opacada, y tres limones ajados por la voluntad de quien escribe.
Trece monos matan.
Catorce motores empujan.

Hay una duda. Dos pasiones. Ciento cuarenta y cuatro mil elegidos para no perecer.
La selección es más cruel que un rayo vitroso.
Veintitrés personas lloran por ello.

Hay una mujer. Hay un hombre que la desea. Un amor irresoluto en alguna manera que nunca se dio.
La mujer es demasiado ella para notarlo. El hombre es limitado. Ninguno se mueve.
La Vía Lactea aún rueda entre vacíos.

Hay una pulsera. Hay un impulso. Dos pibes culean. Seis mil millones sueñan.
La mirra afanosa tuesta mi nariz. Las pupilas están crocantes y deliciosas.

Hay mi gusto. Hay más de un disgusto. Los borró con la muñeca y vuelven a crecer.
La transpiración moja como porrón la piel parda, maga amalgamada sobre MI.
Anochece aún, ¿cuándo para?, me indigna la continuación.

Hay una luz. Hay un goliat heróico que la acaricia sin miedo.
He allí: la felicidad.

Mezcla variopinta de sabores secos. Las papilas se arrugan; no hay más que hacer.