martes, 3 de julio de 2007

Esta muchacha…

La conocí en una noche asquerosa. Fue un festejo absurdo, aunque agradable, por una fechita absurda que insistimos todos en recordarnos.

El encuentro fue arreglado. Esa noche todos éramos consortes de la Palabra, que por poco se nos materializó en alguna de sus formas obscenas y húmedas (la gran ramera)

La madre de la cumpleañera era una artista hecha y derecha. La comida estaba fría, pero eso no nos distrajo de los cuadros que nos señalaron eran de su "autoría" (la duda no es particular. Dudo en general de "autoría") Fantásticos, muy lindos. No sabría decir más.

No sé exactamente en que momento, pero todo se tornó leve. Las luces se hicieron menos espesas, y el aire al contrario fue lo único que se encendió con el humo de los cigarrillos. Recuerdo, si, un momento en donde puse de manifiesto que aquella noche elegía el silencio, sin más rodeos que esas mismas palabras, que en realidad me rodeaban de todo.

La chica en cuestión estaba a mi izquierda, alta (creo más que yo), fumando y moviendo calmamente la mano de arriba a abajo, las brasas de la punta siguiendo mis pupilas también, de arriba a abajo. No me molestaba; de hecho siempre lo dije: me agrada el perfume del tabaco. Desgraciadamente mis bronquiolos no pueden decir lo mismo. Ella era rubia, ajena porque no la conocíamos, pero hablaba con sensatez en el tono. La imagino con un dolor en la mano, sin saber porque.

La palabras volaron así: un cielo nocturno despejado en Tikrit; arenas y tierra y rocas; calma pero tensión en el aire; un destello, seguido de cientos de decenas rojas y burbujeantes, derramando fuego sobre el horizonte como se vierte la mezcla en el molde. Lo que se obtiene es distinto aquí, ya que en el cruce celestino de estas fugaces solo se genera muerte.

Terminado el asunto, yo algo bamboleado y con un cansancio terrible, nos vamos. Mantuve mi elección hasta último momento, por más unbearable que haya sido para el pluri-putiverso. Ella nos acompañó a un amigo y yo los aisle todo el camino: fantásticos. Ella establece contacto en un momento dado, y vuelan algunos fuegos entre nostros, 3. Pero para mi sorpresa lo que llega a mi es igual a lo que yo lanzo. De pronto me sentí jugando al delegado.

Hoy estuve pensando en ella todo el día. ¿Por qué cuerno?, bueno, la vi. Cruzando frente a mi primero (y un amigo, en esta situación inexistente), cosa a la que me fingí no avisorado, y minutos más tarde, parada en una vidriera frente a donde estaba sentado mirando que… ¿velas?, ¿muebles?, ¿mamparas?, no recuerdo. Era boludo.

La cuestión es que juraría que estaba viendome en el reflejo de la vidriera. Lo juraría. No sé porque, por algún flogisto brillantito que se supone me habita o algo. De ahí, de ese hecho, *kaploth*

La cabeza me estuvo haciendo génesis todo el día con respecto a esa muchacha. Virginia creo. No sé, pero me pregunto algunas preguntas que no tienen ni obvian respuestas, y las respuestas están cerca, ¡cerquita!, si considero que siempre todo es uno y está a uno de distancia. Uno tiene que tomar la Decisión.

Si aquella noche decidí no decidir, es porque siempre supe que la decisión se autoyuxtapone add-infinitum y vuelve: te repatea el culo, dejandote una nalga con un NO marcado y la otra con el SI. Imaginensé donde quedaría marcada la indecisión…