lunes, 11 de julio de 2011

La posibilidad de deconstruir el espacio

Dejar un comentario Posted by Mr. J en diciembre 15, 2010 Edit

Vamos a pensar: el espacio público es un lugar de paso. Las grandes urbes llegaron a convertirse en panales poblados de celdas oscuras y privadas, sobre las que a penas podemos sobrevolar desde la impasibilidad de una bicicleta mientras atravezamos zonas, o que podemos sentir más lenta y duramente cuando caminamos bordeando rejas, fachadas, calles.

Nuestro tiempo se relaciona con esos espacios. Nuestro tiempo es lobotomizado por esos espacios. En la lógica de nuestra sociedad, existen un terceto de lugares bien definidos: el hogar, el lugar de trabajo/estudio, el lugar de esparcimiento (vamos vamos… consumir =~ esparcir) Remotamente existen lugares exóticos (“¡Qué hermosa República Dominicana! ¡Vieses como viven!”), pero en la ciudad y en la rutina esas son las 3 cápsulas que tragamos a diario.

El acto de revelarse contra la conformación/conformidad del espacio tiene todo que ver con el modo en que hacemos uso de esos espacios. Si no podemos reir mientras estamos en clase, si no podemos estudiar mientras trabajamos, o elaborar mientras nos divertimos, seguimos el esquema blanco-patriarcal-occidental-pseudocristiano de toda la vida. Vamos derecho del nacimiento a la muerte dando vueltas en éste laberinto como ratas.

El profundo nexo que hay entre la propiedad y la identidad está enmarcado en los espacios, y quien puede librarse en los espacios que habita, puede librarse de los límites de la identificación. En definitiva la deconstrucción del espacio no es más que otro proyecto para deconstruir nuestra identidad.

Quiero plantar tomates en el trabajo, y escribir poesías en la vereda, y atravezar la calle como una flecha en patines sin tener que vadear bólidos fálicos.