lunes, 11 de julio de 2011

Complejidad y homeostasis

Dejar un comentario Posted by Mr. J en julio 22, 2009 Edit

Este es un tópico interesante. Leyendo algunas fuentes se me ocurre que lo que en biología y otras ciencias se denomina homeostasis, es resultado de la complejidad de los sistemas que se estudian.

Cuando decimos homeostasis nos referimos a la capacidad de un sistema de regular sus condiciones internas para mantenerse estable ante cambios en las condiciones de contorno. Es condición de autoregulación fundamental para la existencia de vida, siendo que ésta depende de estructuras complejas y organizadas.

En este sentido, cabe señalar que si bien los organismos poseen mecanismos de homeostasis diversos (temperatura, pH, oxigeno, etc.), podemos encontrar mecanismos similares en otros niveles de integración. Por ejemplo, si consideramos la tasa de fotosintesis de un individuo, esta tasa puede variar considerablemente por diversos factores internos o externos. Ahora, considerada esta tasa a nivel comunidad, nos encontremos con un equilibrio dinámico mucho más resiliente que el del individuo aislado. En el caso anterior, un bosque es más capaz de mantener una tasa de fotosintesis en torno a un valor que uno de los individuos que lo componen, siendo que al decrecer la actividad de un individuo o población, puede acelerarse la actividad de otro individuo o población, compensándolo. Esto opera a lo largo del sistema bosque, y es común encontrar mecanismos homeostáticos en poblaciones, comunidades y ecosistemas.

Sí observamos el siguiente gráfico, podemos ilustrar algunas cosas

James Lovelock, cofundador de Greenpeace y famoso autor de la hipótesis Gaia, llevó la capacidad de autoregulación a un nivel que aún hoy es muy discutido: la biósfera. Su suposición lleva a pensar que la biósfera constituye un sistema complejo con capacidad de modificarse, y más controvertido aún, modificar su entorno (litósfera, hidrósfera y atmósfera) para hacerlo más hospitalario a su existencia.


El placer de la unión

Dejar un comentario Posted by Mr. J en diciembre 19, 2010 Edit

En las postrimerías de días plomizos como los que tocan en ciertas épocas del verano, no existen mayores satisfacciones que una y simple: recorrer a pie la ciudad.
En esos paseos ejecutados con avidez agónica y silenciosa los pies pesan lo mismo que recuerdos. El corazón no pide más que hundirse en la desesperanza/ción porque prevalece en la piel de su músculo la certeza de que son horas de artes ocultas, soledad y oniria. La compañía nunca es bien recibida, aunque sea con sonrisas y compartidos alimentos.
La ciudad poluta tiene los tintes monstruosos de las ciudades de los antiguos, de R’lyeh y Babilonia, de los prolegómenos de futuras-reliquias ciudades, embastadas en aluminio y luz falsa. Me encrespa los nervios y me embota la razón este caminar entre rostros garabateados y reflejos transversales, con un frío indigno de cemento llovido. Me encrespa y embota porque tengo la desesperación de los resignados atrapados, de los moradores de la Biblioteca de Babel, de “hallar” en algún recuerdo el libro, la palabra, el pensamiento y la persona que me libren de toda sensación y satisfacción. A esa unión perfecta se le ha impuesto el nombre “amor”. Yo la llamo muerte.

Ecología

Dejar un comentario Posted by Mr. J en julio 20, 2009 Edit

Etimológicamente hablando, ecología proviene del griego. οἶκος, oikos, transfigura en eco. Remite a la idea de “casa”, con un sentido más cercano al de “hogar”, ya que antiguamente incluía a las relaciones domésticas (familiares y de dominación) a parte del espacio físico. λόγος, logos, que se mantiene logos, es difícil de definir según nos advierten, así que nos conformamos con decir que encontramos contenidos y solapados los sentidos de palabra, razón, discurso.

Pensemos lo similar que es la raíz a la de economía. Podríamos traducir al tun-tun y para contrastar “Estudio de los asuntos del hogar” y “Administración de los asuntos del hogar” ambos términos, respectivamente, y de pronto no se hace tan casual las tensas relaciones que han parecido existir entre ambas disciplinas en la observación corriente.

Edgar Morin nos da una idea breve del desarrollo contemporaneo del término común:

La ecología es una disciplina científica que se creó, a finales del siglo XIX, con el biólogo
alemán Haeckel; en 1935, el botánico inglés Tansley concibió la noción central que distinguió el
tipo de objeto de esta ciencia de los de las otras disciplinas científicas: el ecosistema. En 1969,
se produjo en California una unión entre la ecología científica y la toma de conciencia de las
degradaciones del medio natural, no sólamente locales (lagos, ríos, ciudades), sino en lo
sucesivo globales (oceános, planeta), que afectan a los alimentos, los recursos, la salud, el
psiquismo de los mismos seres humanos. Se produjo, así, un paso desde la ciencia ecológica a
la conciencia ecológica.
Además, se realizó la unión entre la conciencia ecológica y una versión moderna del
sentimiento romántico de la naturaleza que se había desarrollado, principalmente en la
juventud, durante los años 60. Este sentimiento romántico encontró en el mensaje ecologista su
justificación racional. Hasta entonces, todo «retorno a la naturaleza» había sido percibido en la
historia occidental moderna como irracional, utópico, en contradicción con las evoluciones
«progresivas». De hecho, la aspiración a la naturaleza no expresa sólamente el mito de un
pasado natural perdido; expresa también las necesidades, hic et nunc, de los seres que se
sienten vejados, atormentados, oprimidos en un mundo artificial y abstracto. La reivindicación
de la naturaleza es una de las reivindicaciones más personales y más profundas, que nace y se
desarrolla en los medios urbanos cada vez más industrializados, tecnificados, burocratizados,
cronometrados. (El pensamiento ecologizado, Gazeta de Antropología No 12, 1996 Texto 12-01)

Más allá de esto, ¿a qué podemos llamar ecología como campo de estudio?

Tedio. En esta hermosa página de la Sociedad Planeta Vivo pueden encontrar las 3 definiciones que actualmente tienen un uso más difundido (La de Haeckel, la de Andrewartha/Birch, y la de Odum)

Me interesa señalar que en todas las definiciones el objeto de estudio tiende a tomar un aspecto dinámico e inter-dependiente, por lo que factores bióticos y abióticos se relacionan en un juego constante. Ésto nos permite suponer que los enfoques funcionales e históricos adquieren tanta o mayor preeminencia que el enfoque descriptivo en el estudio ecológico.

Si miramos muy por encima las divisiones que son posibles hacer del mundo biofísico, podemos también armar un espectro en el que constantemente hay un intercambio con el medio abiótico, de materia y energía

Partículas sub-atómicas -> Átomos -> Moléculas -> Organoides -> Células -> Tejidos -> Órganos -> Organismos -> Poblaciones -> Comunidades -> Ecosistemas -> Biomas -> Biósfera

Cada estadío representa un nivel de organización con sus complejidades intrínsecas, y por tanto con sus propiedades particulares, a las que llamamos emergentes por ser un resultado de la pertenencia a ese nivel y sus interacciones en él, y no de la suma de los factores que dan lugar a la estructura física que permite su existencia. Así, podemos decir que cada nivel implica al nivel anterior, pero no se explica por él. El estudio de cada grado en esta escala exige una perspectiva paradigmática particular, y en ese sentido la ecología ha debido servirse de múltiples disciplinas ya existentes para entender aquello que ha sido del interés de sus estudiosos, y por lo tanto de quienes le dieron forma.

La ecología centra su interés por delante del organismo u individuo en esta escala, y así son los niveles de integración de población, de comunidades y ecosistemas aquellos en los que se centra el grueso de su estudio.


La posibilidad de deconstruir el espacio

Dejar un comentario Posted by Mr. J en diciembre 15, 2010 Edit

Vamos a pensar: el espacio público es un lugar de paso. Las grandes urbes llegaron a convertirse en panales poblados de celdas oscuras y privadas, sobre las que a penas podemos sobrevolar desde la impasibilidad de una bicicleta mientras atravezamos zonas, o que podemos sentir más lenta y duramente cuando caminamos bordeando rejas, fachadas, calles.

Nuestro tiempo se relaciona con esos espacios. Nuestro tiempo es lobotomizado por esos espacios. En la lógica de nuestra sociedad, existen un terceto de lugares bien definidos: el hogar, el lugar de trabajo/estudio, el lugar de esparcimiento (vamos vamos… consumir =~ esparcir) Remotamente existen lugares exóticos (“¡Qué hermosa República Dominicana! ¡Vieses como viven!”), pero en la ciudad y en la rutina esas son las 3 cápsulas que tragamos a diario.

El acto de revelarse contra la conformación/conformidad del espacio tiene todo que ver con el modo en que hacemos uso de esos espacios. Si no podemos reir mientras estamos en clase, si no podemos estudiar mientras trabajamos, o elaborar mientras nos divertimos, seguimos el esquema blanco-patriarcal-occidental-pseudocristiano de toda la vida. Vamos derecho del nacimiento a la muerte dando vueltas en éste laberinto como ratas.

El profundo nexo que hay entre la propiedad y la identidad está enmarcado en los espacios, y quien puede librarse en los espacios que habita, puede librarse de los límites de la identificación. En definitiva la deconstrucción del espacio no es más que otro proyecto para deconstruir nuestra identidad.

Quiero plantar tomates en el trabajo, y escribir poesías en la vereda, y atravezar la calle como una flecha en patines sin tener que vadear bólidos fálicos.




Selección natural y variabilidad

Dejar un comentario Posted by Mr. J en julio 28, 2009 Edit

Como consecuencia del proceso de selección natural, mientras los alelos que mejoran la adaptación van aumentando su frecuencia, aquellos menos ventajosos son gradualmente eliminados. Esto parece sugerir que al mismo tiempo que aumenta la adaptación, la variabilidad se iría reduciendo, de modo que las poblaciones tenderían a presentar un único alelo para cada gen. Esta afirmación resulta paradójica, ya que hemos visto que la variabilidad en poblaciones naturales es, en general, muy amplia. Trataremos de interpretar este problema partiendo de la siguiente pregunta:
Suponiendo que la predicción planteada se cumpliera y la selección natural redujera la variabilidad, ¿cuál es el problema de tener poca variabilidad si las variantes se encuentran bien adaptadas?
Si el ambiente fuera constante tanto espacial como temporalmente, esto no representaría un problema. Pero como el ambiente biótico y abiótico es cambiante en ambas escalas, una población homogénea correría el riesgo de extinguirse ante cualquier cambio.
Vemos entonces que para las poblaciones resulta necesario mantener ciertos niveles de variabilidad genética, de modo que haya distintios genotipos aptos para sobrevivir en los diferentes “parches” de un ambiente heterogéneo y afrontar los cambios que se producen a través del tiempo. Entonces, ¿cuánto mayor es la variabilidad, mejors son las posibilidades evolutivas de una población? Esto tampoco es correcto, ya que un nivel muy alto de variabilidad puede resultar contraproducente porque disminuye la adaptación promedio de la población frente a sus circunstancias inmediatas.
Sin duda la relación entre variabilidad y adaptación es un problema complejo que no admite una respuesta general. La magnitud de la variabilidad de cada población es el resultado de la resolución de este conflicto, que será diferente según el ambiente sea más o menos estable, más o menos homogéneo, así como también dependerá de factores históricos.
La dinámica de los genes en las poblaciones es una solución de compromiso entre adaptación inmediata de los individuos a un ambiente determinado y una cierta plasticidad adaptativa que asegura la continuidad de la población como un todo. Estudiando diferentes especies, se observó que la seleción natural, lejos de producir poblaciones homogéneas, compuestas por un único tipo de organismos “óptimos”, puede operar de maneras muy distintas.

“Selección natural y variabilidad”, autor y texto desconocido

El papel de las propiedades emergentes y su aparición en las proximidades de puntos críticos han movido a algunos a pensar que la evolución biológica a gran escala, la macroevolución, se desarrolla en la frontera del caos. Varias líneas de prueba respaldan esta idea. Por un lado, la fluctuación temporal del número de familias de algunos grupos biológicos es compatible con lo que cabría esperar de un sistema crítico. Por otro, el proceso evolutivo origina una filogenia que podemos representar en forma de árbol que va ramificándose conforme van apareciendo nuevas especies (u otros taxones). Esta estructura dendriforme es fractal. Lo ha demostrado Bruno Burlando, de la Universidad de Génova, quien ha analizado las relaciones existentes entre distintos niveles taxonómicos (especie-genero, género-orden, etc.) y ha descubierto que las regularidades que aparecen en las relaciones entre los grupos taxonómicos revelan la existencia de leyes invariantes, aún cuando se cambie la escala taxonómica. Si contamos el número de géneros que contienen una, dos o más especies, vemos que aparecen ordenados siguiendo una distribución potencial, característica de las estructuras fractales. Disponemos además, de una información valiosa acerca de la dinámica de la evolución: los espectros de extinción de especies en el tiempo y el alcance de tales episodios. El 99,99 por ciento de las formas vivientes que han aparecido sobre la Tierra se han extinguido. Los procesos de adaptación de las especies al medio y de extinción aparecen íntimamente imbrincados en la teoría darwinista de la selección natural. Frente a un medio cambiante, las especies capaces de adaptarse, en las que se supone cierta variabilidad en el seno de la población, dejan descendencia, mientras que las menos aptas desaparecen.
Si la adaptación confiere ventaja a la especie, cabe entonces presumir que los grupos más persistentes serás los menos propensos a desaparecer, dado que se hallan mejor adaptados al ambiente. Pero del análisis de los patrones de extinción se desprende, por contra, algo muy distinto. La probabilidad de extinción de un grupo cualquiera se muestra constante a lo largo del tiempo, y no depende de cuánto llevara existiendo en el planeta. ¿Cómo resolver esta paradoja?

“Complejidad en la frontera del caos”, de Solé, Bascompte, Delgado, Luque y Manrubia.

Memética

Dejar un comentario Posted by Mr. J en agosto 16, 2009 Edit

En su libro “El gen egoísta” de 1976, Richard Dawkins acuña el término “meme” para referirse a una unidad de información análoga al gen, capaz de reproducirse, mutar y estar sujeta a una supervivencia diferencial. Las entidades entonces conocidas como memes se habrían comenzado a desarrollar cuando la capacidad imitativa humana hubiese alcanzado algún umbral en el pasado que les permitiesen independizarse de sus soportes biológicos en el sentido de no deber replicar el soporte [Revisar].

Podemos aclarar esto suponiendo como soporte a las estructuras neuronales y a los memes como los patrones en ellas presentes. Estos patrones serían capaces de autoreplicarse, generando nuevos soportes en relaciones de intercambio de energía, ¿materia? e información con el medio.

Los memes se propagan horizontalmente, a diferencia de los genes, que tienen una propagación vertical.

En este documental de National Geographic se realiza un estudio comparativo de las capacidades de aprendizaje de chimpancés y niños. Los ninños muestran una capacidad superior para imitar [Desarrollar].

Test compares the way humans and chimps learn

[Crítica de interés]

Lack of philosophical appeal

In his chapter titled “Truth” published in the Encyclopedia of Phenomenology, Dieter Lohmar questions the memecists’ reduction of the highly complex body of ideas (such as religion, politics, war, justice, and science itself) to a putatively one-dimensional series of memes. He sees memes as an abstraction and such a reduction as failing to produce greater understanding of those ideas. The highly interconnected, multi-layering of ideas resists memetic simplification to an atomic or molecular form; as does the fact that each of our lives remains fully enmeshed and involved in such “memes”. Lohmar argues that one cannot view memes through a microscope in the way one can detect genes. The leveling-off of all such interesting “memes” down to some neutralized molecular “substance” such as “meme-substance” introduces a bias toward scientism and abandons the very essence of what makes ideas interesting, richly available, and worth studying.