Son increibles estas zapatillas. Las compré hace... 3 o 4 años. Las llevé para Bariloche, imaginá... Estuvieron en la nieve, en el barro, las usé bocha. Lo único que les cambié fue las suelas por una tipo tractor de goma simil Febo, y un arreglito atrás porque me lastimaba el talón de Aquiles. Las recortaron y recubrieron con cuerina ahí. Imaginá: anduvieron por nieve, barro, pasto, tierra, piedras, en el agua, en la arena, estuvieron por la calle, en la alfombra y en el cemento, en los edificios, en el río, en la isla. Estuvieron por Brasil, Uruguay, Buenos Aires. Anduvieron y anduvieron, en un volcán y en la lluvia, en la selva misionera y en el desierto, por el Ártico y el Índico. A 3 kilómetros de profundidad, en un lecho oceánico, y en el sol. Estuvieron antes y después, son el Alfa y el Omega. No las recuerdo de antes, y probablemente no las recuerde luego, cuando ya nada sea y ellas sigan siendo. Yo no puedo creer estas zapatillas, no las puedo creer... no sé que hacer, pero las tengo.