domingo, 20 de abril de 2008

No puedo dejarme mellar por la idea de que sin importar cuanto lo intente, no exista vuelta atrás y todo el tiempo que ha pasado se ha perdido, arrastrando consigo posibilidades únicas.

No puedo.

Sé bien que la mecánica tras mi movilidad tiene sus reglas y sus revueltas; también sé de sus revoluciones, que aún se cuentan con los dedos de una mano. Voy a apostar sin creer en que puedo introducir ese germen revolucionario desoyéndome.

Voy a apostar.

Dice en algún lado un círculo que sobre si mismo se inscribe toda historia.
Dice en algún lado que todo vuelve.
Dice en algún lado que existe un karma y dharma para cada uno.

Dicese de nos, los eternos rezagados, que somos la escoria de lo sucedido; el ganado tras los pastores: sí, los profetas del Cielo y la Eternidad. Los profetas del Oro y la Gloria. Los falsos profetas de lo Por Venir y del Pasado Mejor, que razgando con sus anillos de gemas las cortinas del tiempo matan sin pensar, matan y matan.

Si: hay que demoler al coloso, pero para derribarlo hace falta hacer uso de su cuerpo y tronarlo.

Que asco... que asco y que delicioso engaño, ¿no?. La basura de la decadencia histriónica que nos han legado "los grandes", demonios lanzabosta con cuernos perlados. Reflejen esto: hijos de puta.


Quemen la veneración.