jueves, 13 de septiembre de 2007

Quiero pasarte una reflexión: bajo las nubes de las Pampas vastas, el sol toca la tierra con sus dedos como un niño que juega con la tierra, y cuando esas nubes se disipan y abren su existencia, la palma completa abraza los pastos y al hombre. ¿Es que las nubes cierran el paso a la mano del niño hermoso?, no, las nubes protegen las Pampas, pero cuando llega el momento y es propicio, dejan paso a la luz toda, porque más se ríe el campo con el abrazo del sol que con sus cosquillas.

De la misma forma, cuando una persona se agita y vierte su intención en diversas cosas, su alma toca el mundo como las olas la costa, e inmediatamente rompe...
Solo la serena atención puesta en cuenca, como en los arrecifes, como en los lagos, permite beber del fruto de su estar. Es tranquila, es fresca y nueva, pero es una, y no muchas.