Él puede hacer ceder las existencias, más suave que una nube.
Puede, cuando lo desea, viajar en sus siestas
tan vívidamente
que los colores imposibles de sus sueños asaltan el mundo por sorpresa,
y lo conquistan.
Si de día camina demasiado rápido, la tierra bajo sus pies se entorna
y deja entrever el firmamento
al otro lado del mundo.
Si de noche vigila calmamente los astros
estos se ruborizan
y rien con las cosquillas
de sus pestañas.
Claro que Él no lo sabe. Es inocente.
Y cuando por los campos de esmeralda juega
su canto de niño resuena en toda la Creación.
viernes, 24 de agosto de 2007